No es valiente quien no siente miedo, porque ésto sería estúpido e irracional, sino quien con nobleza de alma vence el miedo y gallardamente da el rostro al peligro que por naturaleza esquivaría.

Shakespeare

Esta frase define lo que siento hoy, porque me acabo de dar cuenta que dentro de un mes la compañía donde trabaja mi esposo, Exxon Mobil, cerrará sus puertas por órdenes y mandanto de quien ocupa el edificio de Miraflores y su estúpida obsesión por nacionalizar todo...

El 4 de abril, escribí en un post, lo que pasó: "Hoy le tocó (a mi esposo) tomar una de las decisiones más difíciles de su vida... con dignidad y aplomo rechazó un puesto en PDVSA, en el que, supuestamente, obtendría unos beneficios y un sueldo mayor al actual (que va a perder porque Exxon Móbil, como muchas otras empresas, baja la santamaría...). Pero NO lo aceptó... porque NO se va a poner la camisa "roja rojita" los viernes... porque NO se va a humillar... porque NO se va a vender..."

Falta tan solo un mes para que eso suceda... las historias de la gente despidiéndose, las señoras llorando y los hombres recogiendo lo que queda en las oficinas son horribles... y dentro de un mes, mi esposo pasará por lo mismo...

Pero no me voy a lamentar (aunque confieso que tengo mucho miedo) porque sé que Luis Felipe puede ver a los ojos a sus hijas limpiamente, porque estoy orgullosa de su decisión y porque se que "...cuando Dios cierra una puerta, en algún lugar abre una ventana..."

No se preocupen que éste no será un blog de lamentos de aquí en adelante... lo que sucede es que cuando vi el calendario y me dí cuenta de la fecha, el corazón se me paró por un segundo, y sentí que si lo escribía comenzaría a latir de nuevo...